Supervivencia
La pizarra sobrevive, a pesar de todos los vaivenes tecnológicos, como elemento indispensable en el aula. Ni el retroproyector, ni el papelógrafo, ni la todopoderosa pizarra digital han conseguido desbancar a la pizarra –la tradicional de tiza o la pizarra blanca, más frecuente actualmente– de nuestras clases. ¿A qué puede deberse esta resistencia numantina? Repasemos algunos posibles motivos:
- Tradición educativa. La tradición, en cualquier ámbito de la vida, pesa mucho, y en la cuestión educativa mucho más. Por un lado, las aulas de nuestros centros no se conciben sin mesas, sillas y una pizarra. Por otro lado, nuestra experiencia como alumnos está ligada a una pizarra, la hemos observado, la hemos copiado, hemos escrito en ella cuando el profe salía… De hecho, estamos acostumbrados a que, al menos desde el punto de vista de la disposición física de los elementos, la pizarra ocupe el lugar protagonista.
- Facilidad de uso. No hay ninguna cuestión técnica que debamos aprender antes de enfrentarnos por primera vez al uso de una pizarra, en oposición a otros dispositivos mencionados más arriba. Más allá de no escribir hacia arriba o hacia abajo, de que nuestra letra sea legible o a alternar colores, no hay más complicación.
- Inmediatez. Siempre está preparada para ser utilizada, no requiere de ningún tipo de conexión y no le afecta que falle el WiFi. De alguna forma es la precursora del WYSIWYG.
- No requiere (tanta) preparación. Probablemente por la combinación de los factores anteriores (tradición, facilidad de uso e inmediatez) es una herramienta que no requiere tanta preparación como otras (preparar las transparencias para el retroproyector o elaborar presentaciones para la PDI). Sin embargo, como veremos más adelante y que, de hecho, es el sentido de este artículo, cuanto más preparemos, cuidemos y pensemos nuestras pizarras, más efectiva será.
- Creatividad y flexibilidad. Fomenta la creatividad. En la pizarra no solo podemos escribir, también podemos dibujar, hacer esquemas, plantear actividades, hacerla interactiva (¡no es de uso exclusivo del profesor!), disponer partes fijas y otras dinámicas, colocar fotos u otros elementos e, incluso, proyectar.
Autorreflexión
No obstante, no siempre quedamos satisfechos con el uso que le damos a este recurso. Es habitual escuchar a los docentes quejarse porque se tuercen al escribir en la pizarra, no saben dibujar o no tienen una letra bonita. Pero hay otros errores muy comunes en los que con frecuencia no reparamos::
- ¿Utilizamos los rotuladores que tenemos en clase, sin preocuparnos de si están casi casi gastados o de si solo tenemos el de color verde para todo? En estos casos, los estudiantes están haciendo su sobreesfuerzo para ver lo que hay escrito.
- ¿Somos de los que no borramos nunca la pizarra y vamos escribiendo donde podemos: en los márgenes, en la zona inferior que, con frecuencia, queda fuera del campo de visión de los alumnos…, o borramos una parte y escribimos en medio de una jungla de palabras?
- ¿En el aula hay un borrador no borra sino que mancha y, en lugar de cambiarlo o buscar una alternativa, usamos el que hay con un resultado desastroso?
- La mayoría de los alumnos copian literalmente la pizarra. Además, es más que frecuente que copien la pizarra antes de escuchar al profesor, atienden más a lo escrito que a lo dicho. ¿Caemos en errores básicos como hablar mientras escribimos y no caemos en la cuenta de los recursos de que disponemos en la pizarra que no tienen los alumnos en sus cuadernos, como por ejemplo, la posibilidad de borrar y reescribir (imaginemos que estamos explicando el presente irregular y el profesor escribe en la pizarra ‘cerra’ para, a continuación, borrar la -e- y sustituirla por -ie’, mostrando visualmente el cambio vocálico que se opera en ‘cierro’) o de encontrarnos ante un espacio apaisado, cuando los cuadernos de los alumnos tienen disposición vertical?
- A la hora de planificar, ¿tenenmos en cuenta los tiempos para que los alumnos copien la pizarra, sin prisa ni interferencias?
Tres palabras clave: planificar, observar, compartir
¿Qué podemos hacer para mejorar el uso que le damos a la pizarra?.
- Planificar el uso, los contenidos y la progresión. Al igual que, al planificar la clase, fijamos objetivos, seleccionamos contenidos, elegimos actividades, escogemos los recursos y una forma de evaluación, así como las dinámicas de trabajo, también hemos de pensar en el uso que le vamos a dar a la pizarra: para qué la voy a usar, cómo voy a transmitir la información (qué código de colores voy a utilizar, qué esquemas puedo proponer, cómo voya distribuir los contenidos, qué otros recursos puedo incluir, etc.), la presentación gradual de los contenidos (los momentos de escribir, las pausas para explicar, el tiempo para que los alumnos copien…)
- Planificar la cuestión instrumental. Aunque pueda parecer una perogrullada (que lo es), no puedo olvidar asegurarme de que tengo los rotuladores, de qué colores dispongo, que el borrador está en condiciones, etc.
- Observar la pizarra. Parte esencial de todo proceso es la observación y la reflexión. Cuando los alumnos copian la pizarra, obsérvala y fotografíala para reflexionar en casa: ¿está claramente dispuesta la información?, ¿son claros los símbolos que utiliza, tales como flechas, subrayados…?, ¿se entiende la letra?, ¿está limpia?, ¿puedo mejorar algo para la siguiente ocasión?
- Observar los cuadernos y los apuntes. Una pista importante en el proceso de observación y reflexión para mejorar es observar los apuntes de los alumnos: ¿han copiado correctamente la pizarra?, ¿han malinterpretado algún símbolo?, ¿percibo que han copiado literalmente la pizarra sin entenderla?, ¿qué fallo he podido cometer que ha provocado, a su vez, el error en las notas de mis alumnos?, ¿he tenido en cuenta que la pizarra tiene una disposición horizontal y sus cuadernos vertical?
- Compartir con otros profesores. Es recomendable organizar sesiones formativas con el claustro de profesores en las que se compartan y comenten el uso de la pizarra, saquemos ideas, construyamos el conocimiento… Por otro lado, no tenemos que limitarnos a nuestros compañeros de centro sino que hay una sala de profesores sin paredes que es Twitter (y otras redes sociales) donde podemos compartir nuestras pizarras, inspirarnos en ellas, utilizar ideas y, en definitiva, seguir creciendo como docentes.
- Compartir la pizarra con los alumnos. Del mismo modo, podemos crear un banco de imágenes con nuestro clase en el que guardar fotografías de las pizarras: un grupo de Whtasapp, a través de un hashtag en Twitter o Instagram, en el campus virtual del centro, etc.
No sé dibujar
Podemos encontrarnos con la situación de no ser especialmente dotados para el dibujo, no tener esa habilidad que puede parecer indispensable para el uso de la pizarra. Nada más lejos de la realidad. El dibujo es un complemento que sirve para ejemplificar un contenido teórico. La clase no es un concurso de dibujo por lo que no buscamos realismo sino identificación de un símbolo, un esquema, un dibujo simple con el objeto o concepto que estamos presentando.
- Emojis. Fíjate en los emojis de tu teléfono móvil: son imágenes muy sencillas y fácil de copiar, que transmiten sentimientos, estados, actividades, objetos, alimentos… puede ser un buen punto de partida puesto que, además, es un código universal compartido.
- Líneas temporales. Seguro que ya las usas pero no por ello vamos a obviarlas. El tiempo es una dimensión de la que tenemos que hablar en términos espaciales, por lo que la línea temporal se convierte en el mejor ejemplificador del desarrollo de acciones, de la simultaneidad, de las pausas, de las interrupciones, etc. y, por tanto, de los usos de los tiempos verbales o el significado de las perífrasis.
- Pestañas y barras de estado. De igual modo que los emojis son un código universal que compartimos gracias a las aplicaciones móviles, hay una serie de elementos a los que estamos acostumbrados gracias a Internet que podemos llevar a nuestra pizarra: podemos representar en nuestra pizarra varias pestañas –como las de los navegadores de Internet– para identificar las fases de la clase o dibujar una barra de estado como las que vemos cuando descargamos contenidos de la Web para reflejar el proceso de una explicación y lo que todavía queda, de cara a que el alumno siempre esté situado en el proceso de clase.
Conclusiones
A modo de conclusiones podríamos decir que:
- La pizarra es un recurso flexible, de fácil uso y favorece la creatividad.
- El docente debe cuidar la limpieza, el orden y la claridad de la pizarra; no debe hablar mientras escribe; debe dejar tiempo para que los alumnos la copien.
- La pizarra requiere planificación y observación para su continua mejora.
- Es una buena práctica compartir las pizarras con otros profesores para que el intercambio nos ayude a perfeccionar nuestro trabajo.
- El dibujo es una buen recurso que enriquece nuestras explicaciones pero no dibujar bien no es un impedimento y podemos buscar inspiración el códigos compartidos de fácil representación.
Si quieres profundizar y mejorar tu uso de la pizarra como recurso didáctico, puedes inscribirte en nuestro curso El uso de la pizarra en el aula de idiomas.