El uso de la pizarra en la clase de lenguas

El uso de la pizarra en la clase de lenguas

Uno de los recursos más esenciales y ubicuos en la enseñanza es la pizarra. Muchas veces es el elemento central alrededor del cual se organiza el espacio. Por tanto, saber manejar y usar la pizarra es una de las habilidades clave para un buen profesor de lenguas. Un hilo de Twitter iniciado por Vanessa Ruiz, participante en el curso Aprender a Aprender, nos llevó a reflexionar sobre uso y la gestión de la pizarra en el aula de lenguas.

También hemos hecho una infografía sobre el uso de la pizarra en la clase de lenguas, donde resumimos la información esencial de este texto, y, si quieres profundizar, puedes apuntarte a nuestro curso sobre el uso de la pizarra en el aula de idiomas.

La pizarra como recurso de apoyo al aprendizaje

La función de la pizarra es, sobre todo, la de ofrecer un apoyo al proceso de enseñanza y aprendizaje que ocurre en el aula. Es un recurso que sirve para reforzar el mensaje que estamos transmitiendo al alumno y ayudar a interiorizar y afianzar ese conocimiento. Bien utilizada, la pizarra ofrece una serie de beneficios:

  • Favorece la comprensión del alumno. Permite que el alumno pueda absorber y entender mejor la información presentada en clase.
  • Ofrece una síntesis de lo explicado en clase. El alumno tiene así, en un vistazo, un resumen claro y esquemático de lo que se ha mostrado ese día.
  • Es un marco ideal para presentar nuevas ideas al alumno.
  • También permite reactivar y tener presentes conocimientos previos mientras se lleva a cabo otra explicación.
  • Nos permite resaltar y enfatizar lo importante.
  • Sirve para centrar la atención del alumno.
  • También proporciona ritmo a la clase: explicación y síntesis en la pizarra.

Es importante saber gestionar estos dos últimos puntos y hacer entender a los alumnos que la pizarra es un recurso de apoyo a la explicación, y no la explicación misma. Todos nos hemos encontrado con esas miradas de pánico al borrar la pizarra, o las súplicas de los que parecen creer que transcribir de forma exacta lo que sale en la pizarra es la clave del aprendizaje. Para los alumnos es muy fácil prestar demasiada atención a lo que hay en la pizarra, lo que acabará por romper el ritmo de la clase y no nos dejará avanzar como queremos.

Hoy en día hay soluciones muy sencillas que nos permiten evitar esto. ¿Por qué no encargar cada día a un alumno que saque fotografías de la pizarra con su móvil y las distribuya vía WhatsApp al resto de alumnos? Una iniciativa así permitiría aliviar la tensión del alumno, su miedo a perderse algo importante, y les ayudaría a gestionar mejor su atención. Quizá a tus alumnos ya se le haya ocurrido. Si alguno te ha pedido sacarle una foto a tu pizarra, es una buena señal.

Entender al alumno es clave

Para mejorar en nuestro uso de la pizarra, lo más importante es ponernos en la piel del alumno que va a ver y usar esa pizarra. Precisamente la empatía es uno de los aspectos que más hemos trabajado en el curso Aprender a Aprender. Entender mejor al alumno y cómo percibe la pizarra nos va a ayudar muchísimo para orientar nuestra manera de usar la pizarra de forma que le resulte más útil.

Lo primero de todo, es ser conscientes de que la pizarra ha de ser clara y legible desde cualquier parte del aula. El alumno que se sienta al final ha de ser capaz de leer la pizarra con la misma claridad que el que está en primera fila. De lo contrario, pondríamos a esos alumnos en desventaja, perderían su atención, y se la harían perder a otros compañeros. Piensa en cómo utilizas tu voz: hablas de manera clara y con un volumen adecuado para que todos te puedan escuchar. Con la pizarra ha de suceder lo mismo.

Los profesores podemos ayudar a nuestros alumnos a usar mejor la pizarra. Hacerles entender que no es tan importante copiar todo como absorber y entender los conceptos y las relaciones que visibilizamos en la pizarra. Corregir este tipo de hábitos es importante si queremos ayudar a nuestros alumnos a ser más conscientes de su aprendizaje.

Como profesores de lenguas sabemos perfectamente que muchas veces nos vamos a encontrar con clases muy diferentes. A veces tendremos que dar clase a alumnos con un nivel A1, y, después de una (siempre demasiado breve) pausa, entraremos en un grupo de alumnos de nivel B2. Probablemente nuestro uso de la pizarra tendrá que ser diferente para cada grupo. De la misma manera que el estilo y contenido de la clase se adapta al nivel del estudiante, también lo ha de hacer la pizarra.

También hemos de tener en cuenta el origen de nuestros alumnos. Nosotros estamos acostumbrados a escribir en un alfabeto latino y a leer y a ordenar la información de izquierda a derecha. Pero los alumnos cuya lengua nativa sea el árabe o el chino, por ejemplo, tendrán la dificultad añadida de un alfabeto diferente y una jerarquización de la información contraria a la que están acostumbrados. Es una dificultad con la que ellos tienen que lidiar, pero se lo puedes poner más fácil, por ejemplo, prestando atención a tu caligrafía, para ayudarles a identificar mejor cada letra. Visibilizar la jerarquía y el orden a través de colores y espacios también les ayudará a procesar mejor la información que presentas en la pizarra.

La pizarra es un recurso didáctico emergente. Se va creando a medida que va avanzando la clase. Por ello hemos de estar abiertos a la improvisación y a la participación del alumno.

Pizarra de clase de Vanessa Ruiz (@vruizt en Twitter)
Pizarra de clase de Vanessa Ruiz (@vruizt)

Crea jerarquía, conexiones y orden para ayudar a tus alumnos

La pizarra es un soporte visual, sobre el que iremos trazando la ruta que vamos siguiendo en clase. Si no queremos perdernos por el camino, tenemos que tener un mapa claro y fácil de leer. Tener unas nociones básicas de elementos y principios de comunicación visual nos va a ayudar a crear pizarras más efectivas, claras y útiles.

  1. La primera idea es la de jerarquizar la información que vamos a presentar, para que  nuestros alumnos tengan claro cuál es la información importante y cuál es la complementaria y sepan moverse por los elementos que vamos añadiendo a la pizarra.
    1. Color: El uso del color nos va a permitir resaltar diferentes elementos. Colores fuertes como el rojo atraerán más la atención del alumno.
    2. Tamaño: El tamaño de los elementos también ayuda al alumno a identificar la información importante. Por ejemplo, seguro que ya ubicas las ideas clave de tu clase en un espacio grande y central en tu pizarra. Y al igual que cuando redactas un documento (como esta entrada) los encabezados tienen un tamaño más destacado para ayudarte a navegar esa información, también tú puedes usar el tamaño para dar orden a tu pizarra.
    3. Contraste: Si hay una palabra que no quieres que tus alumnos pierdan de vista, subráyala, enmárcala, repásala con el rotulador, para diferenciarla del resto de la frase.
    4. Divisiones: Separa los diferentes elementos de la pizarra para ayudar al alumno a absorber mejor la información.
  2. Establecer relaciones y conexiones entre ideas, conceptos o vocabulario es clave en el proceso de aprendizaje. Podemos ayudar al alumno a realizar esas conexiones entre elementos en nuestra pizarra.
    1. Color: Si siempre usas el mismo color para conceptos relacionados, tus alumnos podrán establecer fácilmente la conexión entre ambos elementos.
    2. Líneas: No dudes en hacer obvias las conexiones importantes. Flechas, líneas sólidas, de puntos o guiones. Diferentes estilos te pueden servir para representar diferentes relaciones.
    3. Dirección: Si estás representando un proceso o un cambio, para nosotros esta información ha de fluir de arriba a abajo o de izquierda a derecha. Recuerda que para alumnos de ciertas culturas esta dirección no tiene por qué ser tan obvia.
    4. Formas: Si por ejemplo estás analizando una frase, puedes enmarcar cada sintagma o cada palabra en diferentes formas según su función o características, para que tus alumnos puedan agrupar y diferenciar esos elementos.
  3. Es importante crear orden y claridad en tus pizarras, por mucha información que contengan, para que tus alumnos encuentren lo que necesitan sin perder tiempo.
    1. Organización: Es importante prestar atención a dónde ubicas cada elemento y mantener esa organización en cada clase, para que tus alumnos se habitúen a encontrar cada elemento en su sitio habitual.
    2. Equilibrio: Puedes distribuir los elementos por la pizarra para aprovechar mejor el espacio disponible. O quizá prefieras aislar algún elemento para destacarlo.
    3. Estructura: A la hora de seccionar o dividir la pizarra, es útil que los diferentes elementos estén alineados y mantengan proporciones similares.
    4. Repetición: Por ejemplo a través del uso de secciones fijas: fecha, plan de clase, frase del día, tareas de la semana.

Diviértete y usa tu imaginación

¿Cuántos emojis has usado hoy para comunicarte? ¿Verdad que normalmente nadie te pregunta qué querías decir con ese emoji? El pensamiento visual es la representación de ideas, relaciones y conceptos a través de dibujos y texto. Puedes dar a tus clases un aire diferente usando la pizarra como lienzo para representar léxico o conceptos gramaticales a través de dibujos y elementos visuales. Es un recurso que se adapta muy fácilmente a la participación del alumno, incluso a través del juego.

Crea un mapa de ideas con tus alumnos y usa iconos y dibujos para representarlas. También puedes incorporar elementos externos a la pizarra. Pega dibujos en papel, notas o post-its para incorporar la producción de tus alumnos y fomentar su participación en la pizarra.

Usar la pizarra como soporte del proyector también te puede dar mucho juego, para escribir y dibujar sobre lo que proyectas.

Tres ideas para mejorar tu uso de la pizarra: observa, pregunta y compara

Mejorar tu uso de la pizarra es más sencillo de lo que puedas pensar. Primero de todo, después de cada clase párate y observa tu pizarra con los ojos de tus alumnos. ¿Qué ves? ¿Es clara, legible? ¿Es fácil encontrar la información importante? Sácale una foto a la pizarra y apunta aquellas cosas que quieras mejorar. Repite este ejercicio cada cierto tiempo y repasa las fotos de pizarras de las semanas o meses anteriores. ¿Ha cambiado algo? ¿Has mejorado los aspectos que querías trabajar?

Autoobservar nuestras pizarras es un ejercicio interesante de reflexión y conciencia sobre nuestra manera de aprender. Pero puede que nos falte objetividad y nos perdamos detalles o puntos de mejora. Para solucionarlo, pregúntale a tus alumnos. ¿Encuentran útiles tus pizarras? ¿Les ayudan a procesar la información? ¿Qué cambiarían?

Tus compañeros de trabajo también pueden ser una fuente muy interesante de información de cara a trabajar tus pizarras. Enséñales tus pizarras a tus compañeros y pregúntales qué piensan. Pídeles que compartan contigo sus pizarras y aquellos trucos o ideas que mejor les funcionen. Si trabajas en un centro de enseñanza como una escuela de idiomas, quizá puedas iniciar un grupo de trabajo para entre varios, compartir y comentar el uso de la pizarra.

Bibliografía y referencias

Rodríguez, José Ramón (2010). Alrededor de la pizarra.

Orta, Antonio (2017). Dime qué pizarra construyes y te diré qué profesor eres.

Orta, Antonio (2015). Dibujando la gramática (primera parte).

Orta, Antonio (2015). Dibujando la gramática (segunda parte).

antonio orta, empatía, josé ramón rodríguez, pensamiento visual, pizarra, recursos didácticos

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2 Comments
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Eva Grau Vicente
5 años

Muchas gracias por toda esta información tan útil, desde luego no es fácil tener una buena pizarra pero con todos estos consejos me pondré manos a la obra 🙂

Carlos Alonso
Reply to  Eva Grau Vicente
5 años

Gracias Eva, me alegro de que te guste. No es fácil, como dices, pero es un proceso. Se trata de poco a poco intentar acercarnos a la pizarra que queremos conseguir.

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